domingo, 15 de noviembre de 2015

PARTICIPACIÓN ESCOLAR

Como estamos aprendiendo en estos días, la educación no es una labor exclusiva de las escuelas o de los profesores, sino que también es una tarea de la sociedad y las familias, en general. Por eso, la participación activa de personal ajeno al sistema educativo puede enriquecer la educación. De este modo, si algo no funciona puede modificarse por parte de todos y si algo resulta exitoso será gracias al esfuerzo y cooperación del resto de implicados. En este sentido, la sociedad y el sistema educativo han ido avanzando paulatinamente hasta alcanzar la participación de los involucrados en la educación, mediante la formación del Consejo Escolar, por ejemplo. El consejo escolar está formado por representantes del sistema educativo (profesores, alumnos y director), del servicio de mantenimiento y limpieza del centro, padres o tutores, y, si el centro lo considera necesario,  la asistencia (sin voto) de algún representante del ayuntamiento. Entre todas estas opiniones, se puede establecer un plan de participación realista, de tal modo, que los alumnos sientan que su educación es fundamental para las demás personas.  Así, conseguiremos que los mismos alumnos se contagien de esa iniciativa a nivel local y más responsables en su propia educación.

Para fomentar la participación familiar, el centro debe realizar reuniones periódicas con los padres de sus alumnos e ir informándoles de cualquier incidente. Gracias a los avances tecnológicos, la comunicación con los padres puede ser más rápida y eficiente que años anteriores, cuando la única vía de comunicación era la oral o la escrita mediante correo ordinario. Actualmente, los padres pueden estar informados mediante plataformas virtuales, aplicaciones de móviles, correos electrónicos, etc. Todas estas posibilidades les abren la puerta a la participación activa en la educación escolar de sus hijos y en la visión objetiva de lo que sucede en las aulas, es decir, obtienen la información que sus hijos les dan y la que reciben del profesor y del centro. Así, es más probable que no fallen en su decisión de actuación.


La participación por parte del alumnado en su propio sistema de enseñanza y aprendizaje supone un proceso mucho más lento y laborioso, puesto que para él la participación en clase y en casa no es algo opcional ni beneficioso sino impuesto y perjudicial. Por supuesto, estoy hablando de la educación secundaria, sin ahondar en la educación escolar de primaria, donde los niños aun conservan su afán de curiosidad. Sin embargo, es evidente que la participación de los alumnos, sobre todo adolescentes, es una mejora en su desarrollo personal. Consideró que la mejor posibilidad para conseguirlo es desprestigiar ese valor negativo que para ellos tiene la participación en todo lo escolar y en el hogar. El mayor problema es que en esta etapa, la influencia de los iguales y de su entorno de amistades es muy importante, por lo que no debemos centrar este cambio en cada individuo sino fomentar la participación colectiva. De esta manera, verán cuán trascendental es participar en la vida cotidiana y lo harán con buenas expectativas. Para ello, no creo que haya mejor manera que “predicar con el ejemplo”. 


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