La educación
prohibida es una película documental sobre un proyecto el modo de educar,
basado en el cariño, respeto, libertad y aprendizaje por y para todos. Proponen
experiencias nuevas que cuestionan el modo tradicional de impartir clase,
puesto que la sociedad de ahora no siempre se debe adaptar al modelo magistral
anterior. No obstante, lo importante no es la película sino el proceso que
visualmente se nos presenta, en el cuál varias escuelas han decidido
organizarse para conseguir un fin mejor: remodelar el sistema educativo y
orientarlo hacia el alumno.
La comparación inicial con la que comienza el documental,
aludiendo al Mito de la caverna de
Platón, resulta curiosa si tenemos en cuenta, que al parecer, es un relato
aplicable a cualquier situación de la vida real, ya que juega con la realidad y
la ficción de una manera muy clara. En esta vida todo puede ser realidad o
ficción, según el prisma con el que se mire. Sin embargo, esa visión del
alumnado actual como condenados a estar encadenados a sus pupitres no propicia
el subjetivismo propio del mito griego. Algo que sí es cierto es que siempre va
a existir la inquietud, por parte del docente, de si sus alumnos sabrán
adaptarse a la vida fuera del aula, como el hombre fuera de la caverna. Pero
sabemos que con las futuras generaciones, ya sea en calidad de alumno o de
hijos, es un riego que se debe correr porque el resultado, como se ha
demostrado, puede ser más que satisfactorio.
Si cualquier ciudadano se detiene un segundo a pensar en sus
hijos, hermanos o en él mismo como alumno, se dará cuenta de que ha pasado un
mínimo de diez años sentado en una silla, aprendiendo a leer, escribir,
calcular, manejar un segundo idioma, etc. Pero ¿cómo podría explicarnos que aun
no sea capaz de leer cualquier documento jurídico, ni sepa escribir una novela,
ni poder comunicarse en el extranjero con fluidez?Diez años son suficientes para aprender un oficio,
o incluso varios, pero parecen insuficientes para tener todos esos
conocimientos. Por su propia naturaleza, los seres humanos están capacitados
para realizar cualquiera de esas
competencias, entonces ¿qué ocurre? ¿de quién es la culpa? Probablemente, la
culpa no sea de nadie y sí sea de todos, porque como bien dijo Einstein, “si buscas
resultados diferentes no hagas siempre lo mismo”. Como se dice en la película,
el problema radica en la concepción que el sistema educativo tiene de la
escuela.
Es inadmisible que intentemos medir la educación que una
persona ha recibido solo por su calificación final, sin tener en cuenta sus
características personales, sociales y familiares. Nunca un número ni una
opinión externa deberían definirte como persona. Es cierto que los contenidos
han de ser evaluados de algún modo, pero no creo que deban ser definitorios. No
obstante, sé que la competencia es necesaria para la vida social puesto que la
sociedad está hecha para que compitamos por un trabajo, una pareja o incluso
por la aceptación de los demás. Pero no todos los sujetos soportan de igual
modo esa competitividad forzosa, ya que unos la usan como motivación personal
pero a otros les hace sentirse inferiores o superiores. De ahí que la
diversidad siempre pueda tomarse como una complejidad o como una posibilidad.
El modelo que cuestionan en la película es muy escaso
desde el punto de vista interpersonal, puesto que un profesor por materia y por
curso no puede conocer bien a sus alumnos, sus conocimientos extracurriculares
o inquietudes trascendentales. A pesar de conocer esta necesidad inter e
intrapersonal, la educación sigue manejando un arma de doble filo, basado en
las decisiones que toman los dirigentes de cada país, en tanto en cuanto, por
un lado, la educación sirve para
mantener controlados a la población; y por otro lado, plasmar como si de una
fotocopia se tratase, los deseos de aquellos que manejan los hilos de estos
autómatas, incluso usando para ello, en muchas ocasiones, el miedo. Como ciudadanos de una misma
realidad, sabemos que el miedo condiciona cualquier decisión no solo en la
escuela sino a lo largo de la vida.
Dado que se trata de una actividad de reflexión personal
he de decir que Todos estos planteamientos me parecen más asequibles y
realizables en los niveles escolares inferiores (infantil y primaria) que en la
secundaria. Pero a su vez, en el hipotético caso de que se llevasen a cabo
desde los cimientos de la educación, en la secundaria se asimilarían como
natural y sería más fácil convivir con esta nueva metodología. Para ello,
debemos valorar que la ingente cantidad de información sobre nuestros alumnos
los acaba convirtiendo en sujetos apáticos y hastíos ante la materia impartida.
Es necesaria una mesura en la información, como ya lo dice la sabiduría
popular, “lo bueno si breve dos veces bueno”.
Considero que la necesidad de otras maneras de educar,
priorizando valores más que contenidos, es imprescindible pero, no obstante,
pienso que la escuela ha ido cambiando paulatinamente, sobre todo a niveles de
escuela primaria e infantil. Nuestros padres y abuelos acudían a la escuela con
miedo, con excesivo respeto, en cambio, nuestros hijos (hermanos, primos,
amigos, etc.) acuden a una escuela en la que aprenden divirtiéndose. Por ende,
no creo que las escuelas de hoy sean horribles cárceles sino que son lugares
con tiempo para el estudio y el ocio, para la reflexión personal y la
sociabilidad y para el acierto y el error. Obviamente, aun hay muchos aspectos
susceptibles de mejora.
Desde mi punto de vista, opuesto al que se plantea en la
película, la memoria tiene su razón de
ser en el aprendizaje. Es verdad que no debería tener un carácter
imprescindible en la escuela pero si concebirla como necesaria.
El objetivo de cualquier persona debe ser la felicidad, el gozo personal. Esto es lo que se fomenta en
estas escuelas, la iniciativa para descubrir que esa meta biológica forma parte
del ADN de cada individuo. Cuando algo es impuesto no es placentero, debe ser
propuesto para despertar la curiosidad.
Una vez delimitado el fin de la vida, el medio para lograrlo podría arraigarse
en la consideración positiva del individuo, dónde nadie es igual ni mejor ni
peor que nadie. Estas escuelas no generalizan una clase, sino que fomentan que
el niño se sienta único, porque es único. Él y sólo él, es él y sus
circunstancias. En este sentido, el conocimiento de uno mismo hace más fácil el
conocimiento del mundo y de los demás. Pero ninguna postura extrema es siempre
la mejor, en el equilibrio y el justo medio siempre está la virtud. Por eso
mismo, esta visión de las escuelas no parece interesarle a la administración
que crea los diferentes modelos educativos. Parece mejor una educación en la
que a los alumnos se les cohíbe y a los profesores se les coarta, no existe ese
abismo intermedio para aprovecharlo.
En definitiva, me ha parecido un vídeo que muestra muchos
aspectos debatidos de la educación actual, muchas aristas donde trabajar y
muchas posibilidades que explotar. Sin embargo y como sucede con todas las
cosas, los cambios han de hacerse en los cimientos para que no se caiga la casa