Cada una de nuestras lágrimas se derrama por algo o por alguien, que quizás ni siquiera lo sabe. Así, la lágrima vecina se oculta con la mía, pero ambas crearan un mar, en el que el sol no nace ni se pone nunca. Llorar se vuelve un acto colectivo. Sin quererlo, cada lágrima nuestra implica a un individuo que seguramente ni conozcamos de manera profunda. Tendremos una sensación completa de la nada, o quizás la nada de una sensación.
Si mi vida fuese ficción, mi personaje sería un "yo", quién sabe si de la misma manera o distinta, sin querer indicar con ello una clasificación mejor o peor, posiblemente indique solo un estado inútil. Solo quedará lo que con esa lágrima se va...siempre recordamos porque lloramos.